Ray Cisneros nunca quiso casarse o ser padre, pero hace tres años se enamoró, contrajo matrimonio y se convirtió en padrastro. Quiso dar a su familia una vida mejor. Entonces llegó el golpazo devastador.
Ray Cisneros nunca quiso casarse o ser padre, pero hace tres años se enamoró, contrajo matrimonio y se convirtió en padrastro.
Para dar a su nueva familia una vida mejor, Cisneros emprendió su propio negocio de diseño gráfico. Había planeado un gran año para sus seres queridos en 2020, incluyendo llevar a los niños a los partidos de béisbol.
Pero 2020 fue el año en que el COVID-19 le mató. Tenía 35 años cuando murió el 27 de julio. El coronavirus también acabó con su tía y su abuelo.
“En cuestión de tres semanas, los perdimos a todos”, dijo su hermana, Tina Cisneros, “a veces es difícil de comprender que todo esto ha sucedido”.
El COVID-19 ha afectado las vidas de los latinos durante la mayor parte del año, golpeando con su veneno y matando.
El dolor, la depresión y el golpe económico a la familia de Cisneros y las consecuencias para sus hijos es solo una de las miles de historias que se han repetido este año en muchas familias.
Tina Cisneros junto a su hermano Ray Cisneros, quien se había casado recientemente y se había convertido en padrastro de los hijos de su esposa.Cortesía familia Cisneros-NBC News
Hasta el 23 de diciembre, el COVID-19 había matado a más de 54,000 latinos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), que reconocen que sus cifras son incompletas.
El coronavirus aprovechó las brechas de muchos latinos en comparación con los estadounidenses blancos en cuanto a ingresos, educación y acceso a la atención médica, incluyendo menos visitas al médico para tratar la diabetes, la hipertensión y tasas más altas de obesidad, al tiempo que tienen menos ahorros y menor riqueza, así como un capital comercial limitado.
El virus avanzó entre los latinos porque muchos de ellos no tienen empleos que puedan hacer desde casa, así como a las barreras del idioma.
“El único estado donde los latinos no están sobrerrepresentados en los casos y las muertes es en Nuevo México, y eso es porque los nativos americanos han sido golpeados fuertemente”, dijo Gabriel Sánchez, director del Centro de Política Social de la Universidad de Nuevo México, a principios de este mes.
Para fines de diciembre, los latinos en ese estado, que son el 49% de la población, representaban el 55% de los casos de coronavirus y el 37% de las muertes, según el seguimiento de la Universidad y Medicina Johns Hopkins.
Aprovechando las brechas, el COVID-19 rompió los cimientos de la familia y el trabajo y derribó el progreso que muchos hispanos habían logrado hacia una mejor situación económica.
Un golpe mortal a los jóvenes latinos
“Ha sido un año infernal, infernal”, dijo Rogelio Sáenz, profesor de demografía de la Universidad de Texas en San Antonio, quien ayudó a hacer el boceto del verdadero panorama de la destrucción que el COVID-19 estaba causando y que luego fue confirmado por los números del CDC.
“Una vez que se ajusta la edad, se ve claramente que los latinos estaban muriendo a tasas más de tres veces mayores que la población blanca”, dijo Sáenz. “Texas sigue siendo el único estado donde más de la mitad de las personas que han muerto a causa del COVID-19 son latinos”.
Una realidad aún más impactante es que el COVID-19 ha matado a una mayor proporción de los más jóvenes de la población latina que otros grupos, según las cifras de raza y etnia de los estados.
Los latinos tienen la mayor proporción de muertes en los grupos de edad menores de 54 años, según datos del CDC, mientras que, entre los blancos, la mayor proporción de muertes ha ocurrido en los grupos de edad mayores de 65 años.
Entre los ciudadanos del grupo de edad de Ray Cisneros, de 35 a 44 años, casi la mitad (48.9%) de los que murieron eran latinos, en comparación con el 27.3% de los negros y el 15.5% de los blancos, de acuerdo con un análisis de 226,240 muertes usando datos de los CDC.
En contraste, en el grupo de edad de 65 a 74 años, el 45.3% de los muertos por COVID-19 eran blancos, el 24.7% negros y el 23.1% latinos.
El horror de que el COVID-19 arrebatara a los adultos jóvenes y en edad de trabajar fue vívido al principio de la pandemia, cuando los trabajadores de las plantas de carne, cuya seguridad ha sido un problema durante décadas, se enfermaron y murieron, obligando a reconocer que los latinos tienen amplia presencia en los trabajos “esenciales” de las industrias de servicios, el trabajo agrícola, las tiendas de comestibles y más.
Beneficios económicos y educativos, luego del COVID
Las muertes y los casos han desmejorado las condiciones de vida de muchos latinos.
La esposa de Ray, Matilda Cisneros, lucha por pagar los gastos médicos de su hospitalización además de sus otras facturas. Cambió apartamento bonito que tenía con su marido por uno más pequeño y más asequible.
Para ayudar a Matilda a pagar el funeral y el entierro de Ray, Tina abrió una cuenta GoFundMe, recurriendo a la generosidad de amigos y familiares y a otras personas que hicieron donaciones.
Antes del golpe del COVID-19, los latinos se habían recuperado del golpe económico de la Gran Recesión. De 2016 a 2019, el ingreso de las familias latinas y negras creció más rápido que la de otros grupos, aunque todavía les faltaba mucho para alcanzar a las familias blancas, cuyos ingresos familiares promedio fueron de 188,200 dólares el año pasado, en comparación con los 36,100 de los hispanos y los 24,100 de los negros.
Antes de la pandemia, el desempleo de los latinos era del 4%, pero luego se disparó al 19% en abril. Cayó de nuevo al 8.4% en noviembre, pero sigue siendo el doble de la tasa pre-pandémica.
Las empresas latinas fueron el motor que impulsó el crecimiento de las pequeñas empresas, y algunas habían estado agregando puestos de trabajo hasta que llegó la pandemia.
Ahora, se han perdido más empleos en varios sectores industriales con tasas desproporcionadamente más altas de empresas de propiedad latina, como los servicios de alimentos, que en el sector privado en general, según el Instituto Urbano.
“El mercado de la vivienda, la educación superior y el aumento de mujeres en la fuerza laboral fueron impulsados por los latinos”, dijo Sáenz, “la devastación que estamos viendo hoy nos hará retroceder en términos de muchas de esas ganancias que habíamos logrado”.
Katia Paz-Goldfarb, vicepresidenta adjunta para iniciativas de servicio a los hispanos en la Universidad Estatal de Montclair, en Nueva Jersey, está midiendo el impacto a largo plazo del coronavirus en los latinos de Connecticut, Nueva Jersey y Nueva York, utilizando la investigación de 30 colegios y universidades que sirven a los hispanos.
“Es una pérdida de lo que hemos estado logrando todos estos últimos años, en términos de impulsar a nuestra comunidad a la educación superior, a las oportunidades de mejorar con la movilización social”, dijo Paz-Goldfarb, “lo que estamos viendo ahora es una regresión a un lugar que éramos hace unos años”.
El año pasado, el 18,8% de los hispanos mayores de 25 años tenían títulos universitarios, según la Oficina del Censo, lo que supone una mejora con respecto al 13,9% de 2010. Sin embargo, esa proporción está muy por debajo del 40% de los blancos con títulos universitarios, en comparación con el 33% de hace una década.
Mientras tanto, los estudios demuestran que los niños negros y latinos de K-12 en escuelas de alta pobreza se encuentran peor que sus homólogos blancos durante la pandemia después de haber pasado gran parte del año escolar aprendiendo en casa, si pudieran conectarse a Internet. La proporción de niños latinos en las escuelas públicas del país se elevó al 27% en 2017.
Una llamada de atención
La concejal de la ciudad de San Antonio Adriana Rocha García supo desde el principio que el coronavirus afectaría en gran medida a los residentes de su distrito, cuyo código postal tiene la segunda tasa de pobreza más alta de la ciudad.
Se esforzó por encontrar formas de proteger a los residentes de su distrito, muchos de ellos sin acceso a Internet y que trabajaban en la industria de la hotelería. Mientras tanto, el COVID-19 tocó a su familia y mató a seis de sus primos que vivían en San Antonio. Todos eran menores de 60 años.
En un momento dado, 14 de los miembros de la familia de García estaban en el hospital.
“Mi padre pensó que todos los miembros de su familia iban a morir”, dijo. Ahora, García está enfocada en brindarle esperanza a su comunidad, facilitando la movilización para asegurar que todos sean vacunados.
Los latinos y los negros están más esperanzados después de las pasadas elecciones presidenciales, según una reciente encuesta del Pew Research Center. Pero incluso cuando las vacunas empiecen a distribuirse y una nueva administración tome el timón, el mayor impacto de COVID-19 no será a corto plazo, según Paz-Goldfarb. “La comunidad latina no va a volver a la normalidad”, dijo.
Sánchez, de la Universidad de Nuevo México, dijo que si hay una pizca de esperanza es que Estados Unidos ha visto las consecuencias de que grandes grupos de la población no tengan acceso a las necesidades básicas, como la atención médica e internet. Eso tendrá que ser resuelto para una recuperación económica completa, añadió.
Ray Cisneros siempre apoyó los planes de su hermana Tina de estudiar en la escuela de derecho, lo que ella todavía quiere hacer. La muerte de su hermano la ha llevado a buscar asesoramiento, algo que estaba fuera de los planes de la familia. Ella y otros parientes están esforzándose más y tomando medidas para mantenerse más sanos.
El año fue una maldición, sí, pero el 2020 también fue una llamada de atención, dijo.
“Me hizo darme cuenta de todas las cosas que daba por sentado”, dijo Cisneros, “incluso los abrazos, sabes, estar cerca de mi familia”.
Fuente: Telemundo
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Source: https://ayraza.com/2020/12/28/infernal-las-muertes-por-coronavirus-golpearon-a-los-latinos-jovenes-ahora-llega-el-dano-economico-y-social/